#259 SUMMER NIGHT DREAM #4

Parte IV - Amor de Madre

Me he decidido a contarles mi propia experiencia. No me tomen por loca, pues son cosas que, se las crean o no, han ocurrido. No precisamente en halloween, ni siquiera hacía falta que fuese medianoche, tampoco es que aparezcan espíritus deformados que te chupen la sangre. Simplemente cuando todo termina quieres y esperas que haya sido una pesadilla.

Caminaba por la calle, hacía poco que había tomado el metro y me dirigía hacia la parada de bus para poder llegar a casa. Apenas había sol, pero aún se veía luz y el cielo tenía esos característicos colores rosas y naranjas que a veces me dejan embobada. Recuerdo bien que para llegar a esa parada de bus en concreto, tienes que saltar un guarda miedos y luego tomar un atajo por un solar cercano al hospital y en menos de un minuto estás en la caseta. Pues ese día no fue así.

No me di cuenta, iba ensimismada en mis cosas, escuchando música y ya saben, a mi rollo, hasta que noté que ya habían pasado unas cuantas canciones y yo seguía en el solar. ¿Cómo puedes no haberte dado cuenta de algo así? seguramente me están llamando de todo menos lista, pero piensen que cuando uno hace algo rutinario, le cuesta creer que algo cambie tan de repente, y por tanto es más difícil darse cuenta de algo semejante en pocos segundos, además de que no soy muy rápida de reacciones, qué le voy a hacer...

En fin, que al darme cuenta de que no avanzaba, me detuve, no hay otra. Miré a mi alrededor, el cielo seguía siendo naranja, con un leve atisbo de morado en el horizonte. Pero algo me inquietaba, el viento no soplaba, no había ningún ruido que me dijese que estaba en el exterior (y eso que ese lugar está justo al lado de la autopista). No pasaba ningún coche. Pero por lo demás, todo era normal. Al fondo del solar podía ver la parada, algunas personas esperando, incluso detrás de algunos árboles bajos, el hospital, con sus luces encendidas y demás. Miré hacia atrás y pude ver el vallado por el que entré, y más atrás, la boca del metro. No entendía entonces porqué no podía llegar aún.

Volví a ponerme en marcha y pasaron un par de coches, pensé que todo había sido cosa de mi imaginación y volví a ensimismarme, a tararear la canción en curso. Pero sentí un leve tirón en mi chaqueta. Me detuve de nuevo y al volverme no había nadie. Se me erizaron los pelos de la nuca y de nuevo fijé mi vista en la parada, queriendo avanzar de nuevo. Otro tirón y no había avanzado ni un solo metro. Seguía atrapada en el solar, en el mismo lugar. En vez de volverme, miré de reojo, y por un segundo pude ver a alguien sonriéndome. No medía más que yo. No le pude ver los ojos, se los tapaba el cabello. Llevaba una chaqueta algo vieja y unos pantalones cortos con unas medias oscuras. No tenía zapatos. En las muñecas llevaba cintas y pulseras, parecía después de todo, alguien normal. Pero algo en ella me estaba poniendo de los nervios.

Me volví a dar la vuelta, pero de nuevo no había nadie. Completamente desesperada puse todo mi empeño en salir de ese lugar fuese como fuese. Salí corriendo y sin apartar la vista de la parada de bus conseguí llegar. En menos de dos minutos y por fin en compañía pude volver a mi casa, intentando no pensar más en ello. Mi corazón latía a mil por hora, una señora me preguntó si me encontraba bien, supongo que fue por lo pálida que estaba.

Al llegar a casa me metí a la ducha, me puse el pijama, seguí con mi ruta diaria, algo de cenar, dos horas más en el ordenador, viendo alguna peli, chateando con los amigos. Pronto me empecé a tranquilizar a mi misma, mi cerebro dio por supuesto que todo había sido una paranoia mía, que simplemente tuve algún dejavú y por eso creí que las canciones se habían repetido, que los coches no pasaban porque eran horas bajas y que lo que había visto había sido producto de ver tantos animes. Seguí con eso hasta que llegó la hora de dormir. Di las buenas noches, apagué las luces de mi habitación y tomé el móvil para alumbrarme y no malmatarme al subir las escalerillas de la cama.

Por un momento creí ver a alguien más conmigo al pasar frente a mi espejo, pero al mirar mejor (algo cagada de miedo) supe que no pasaba nada, estaba yo sola y en la habitación de al lado mi madre viendo la televisión. Subí a la cama y me acomodé para dormir. Ya estaba casi en el mundo de los dulces cuando escuché en mi cabeza un grito espeluznante. Abrí los ojos y me di cuenta de que no había ningún ruido. Mi madre ya se había ido a dormir y estaba todo totalmente a oscuras. No quería moverme, soy demasiado miedosa para hacer algo así, cerré de nuevo los ojos e intenté tranquilizarme.

De nuevo el grito dentro de mi cabeza. Esta vez me mantuve con los ojos cerrados, pero muy alerta a cualquier cosa que se escuchase en la casa. Sentí una presión a mi lado, como si alguien se sentase en mi cama, o estuviese apoyado en el borde. Entre abrí un poco los ojos, no demasiado para que pareciese que aún dormía, y entonces la vi de nuevo. Una chaqueta algo vieja, pantalones cortos y pulseras. Con los pies colgando de la cama, supuse, pues estaba como de lado, de espaldas a mi. Y empezó a cantar. Una canción de cuna para ser exactos. A pesar de estar en mi habitación y que todo estuviese cerrado, su cabello se movía como mecido por el viento. Cerré los ojos de nuevo, intentando comprender por qué me cantaba una canción de cuna y entonces sentí sus dedos fríos colocando mi pelo, como una madre lo haría para descubrir el flequillo de sus hijas.

De repente sentí una profunda tristeza y me quedé dormida. Esa noche soñé. Mi hija adolescente estaba llorando en la habitación cuando mi marido llegó a casa, borracho y bastante molesto porque lo habían despedido del trabajo. Intenté calmarlo pero él tomó un cuchillo y empezó a gritar que no podía mantener más a un par de inútiles como nosotras. Me miré al espejo y pude apreciar mi chaqueta vieja, mis pantalones cortos. Iba descalza, con medias, y tenía algunos moretones en la cara. Mi esposo gritaba y yo intentaba persuadirlo de soltar el cuchillo. Por el contrario él lo hizo silbar en el aire, mi hija cayó muerta al intentar defenderme. La siguiente fui yo, soltando desde mi estómago un grito que aún resuena en mi cabeza.

Desperté al día siguiente ella aún estaba sentada a mi lado aunque ya era de mañana. Esta vez abrí los ojos y la miré. La mujer me miró una vez más, me dijo algo parecido a un "Buenos días" y bajó de la cama. Empecé a temblar y me atreví a mirar abajo. Se había esfumado. Luego volví a acostarme un rato antes de que el hambre me obligase a bajar a desayunar algo. Sentía en mi frente algo helado y a la vez cálido, parecido a un beso.

Como dije, las historias de fantasmas no siempre terminan con algo de muerte, yo sigo viva y sigo saliendo, casi siempre tomo esa parada de bus, pues es la que menos trozo de carretera me hace tragar de camino a casa, y seguramente por ahí ande un asesino suelto como muchos otros en todas partes. No se si precisamente en halloween encuentre a muchos más espíritus como el que me siguió aquella noche, y si lo hacen, espero ayudarles de algún modo o simplemente dejarles pasar a mi lado sin asustarme demasiado. Se ofenden fácilmente eso no lo duden.


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